Ayer
Ayer sentí que se está yendo.
Ayer sentí que ya no puede más, que se rinde.
Ayer lo sentí más cerca. Me hizo gestos que hace mucho tiempo no recordaba.
Cada paseo que dimos era como si quisiera demostrarme que hace todo lo que puede. Pero que no puede.
Y ayer me sentí pesimista por primera vez.
Me gusta decir que soy realista, que veo las cosas como son, que no me gusta hacerme ilusiones. Mucho menos pensar que las cosas son peores de lo que aparentan.
Pero ayer, no pude.
Cada silencio era interminable. Duraba… hasta que se me humedecían los ojos. Entonces tenía que respirar hondo, girar la cara. Decir algo…
Ayer no quiso cenar. Un día más.
Pero ayer quiso que lo subiera a la habitación, que yo lo acostara.
Ayer, en sus pulmones entraba aire. Pero salía vida.
Ayer, creo y sentí, que se despidió de mí.
Entiendo que cuando suceden estas cosas en la vida, uno sólo puede acompañar, sin alborotar.